Tras diez horas de trayecto en la línea de tren nocturno desde Hanoi y con la compañía de dos madrileños que estaban de vacaciones, llegamos a Lao Cai, situado a unos 3 km de la frontera con China. Desde ahí, a eso de las 7 de la mañana tomamos un minibus que tardó una hora en subir por la montaña, a toda prisa, adelantando en las curvas, como les gusta en estos países 😉
Una vez ahí, y tras encontrar un hotel con unas vistas increíbles de las montañas (habitación doble 10$), fuimos a visitar un pueblo de una de las etnias que viven por la zona, llamado Cat Cat.
El pueblo de Cat Cat esta a unos 5 km de Sapa, bajando por una cuesta interminable. Hay que pagar más de medio dólar para entrar, para terminar bajando tantos escalones como tu cuerpo esté dispuesto… son infinitas las escaleras que se ven en la distancia y que van desapareciendo entre las montañas.
El pueblecito en sí es muy pequeño, lleno de puestos que venden ropa y accesorios y con unas vistas increíbles, con río y cascada incluidos.
En Sapa hay vendedoras de las diferentes tribus que viven en los pueblos cercanos, vestidas con sus trajes típicos y que no paran de dar la plasta, persiguiéndote por todos los lados para que les compres algo. Son bastante graciosas y tienen un nivel de inglés mucho mejor que el de la mayoría de la gente que vive en Hanoi.
Sapa tiene innumerables rutas de trekking y un tiempo estupendo en esta época del año, aunque llovió bastante el segundo día que estuvimos. Las tribus principales son los Hmong y los Dao y sin ellas Sapa resultaría bastante menos interesante.