Se cuenta que en el México del siglo XVI, por la calles de Nueva España vagaba apenada una hermosa mujer vestida con túnicas blancas y que con su llanto aterraba a todos los vecinos del lugar. Se relata que los pocos que se aventuraron a acercarse a tal figuración, o murieron al instante o perdieron completamente la cordura. Según todas las tradiciones escritas, este alma en pena se lamentaba profusamente de la pérdida de sus hijos.
Curiosamente, por la descripciones de los muchos que pudieron presenciar aquella tétrica imagen, La Llorona se aparecía en diferentes barrios de la ciudad, no solo en la céntrica Plaza Mayor y alrededores sino también en barriadas tan alejadas del centro como el mismo Xochimilco.
La leyenda de esta mujer venía de lejos, ya que los indígenas de Tenochtitlán también narraban en sus escritos historias sobre este tipo de aparecidos, considerando a la mujer como a una diosa, Chihuacóalt, protectora de la raza y una especie de augurio sobre la posterior caída del imperio azteca.
Esta peculiar creencia mexicana se ha convertido en una de las más arraigadas en el país, y sigue alimentando historias de terror en niños y mayores. En muchos otros países latinos también ha llegado la leyenda de La Llorona que, aunque con ciertos cambios, ha mantenido siempre el mismo hilo conductor.